- Las 20 mejores películas de Brad Pitt, ordenadas en ranking
- Las 50 mejores películas de los años 90, ordenadas
- Las 100 mejores fotos de Brad Pitt a lo largo de su carrera
A comienzos de los años 90, un joven Brad Pitt comenzó a captar la atención del gran público gracias a su participación en ‘Thelma & Louise’ (1991), de Ridley Scott, donde encarnó a un seductor autoestopista que compartía escena con Geena Davis en una secuencia que marcó la retina del espectador. Aunque el papel era secundario, pero su magnetismo fue suficiente para abrirle las puertas de la industria, y poco después protagonizó ‘Cool World (Una rubia muy legal)’ (1992), dirigida por Ralph Bakshi, el pionero de la animación que décadas antes había llevado a la pantalla ‘El señor de los anillos’ (1978). A esta primera etapa le siguió su primera actuación de renombre en ‘El río de la vida’ (1992), dirigida por Robert Redford, quien lo seleccionó para el papel personalmente. Dos años más tarde, su papel en ‘Leyendas de pasión’ (1994), de Edward Zwick, terminó de sellar su imagen como uno de los grandes galanes del cine estadounidense de la década.
Con el paso de los años, Pitt dejó de ser solo una promesa y se convirtió en uno de los actores más codiciados por los grandes directores. A mediados de la década, su rol como Louis de Pointe du Lac en ‘Entrevista con el vampiro’ (1994), dirigida por Neil Jordan, supuso un nuevo salto en su carrera. La película, que lo emparejó en pantalla con Tom Cruise, lo catapultó definitivamente al estrellato. A partir de ahí, nombres de peso en la industria comenzaron a llamarlo: Terry Gilliam lo dirigió en ‘12 monos’ (1995), por la que recibió su primera nominación al Oscar, en la categoría de Mejor actor de reparto. Con David Fincher colaboró por primera vez en ‘Seven’ (1995) y posteriormente repetiría en ‘El club de la lucha’ (1999); Barry Levinson lo eligió para el drama carcelario ‘Sleepers’ (1996), y Jean-Jacques Annaud lo llevó a las alturas del Himalaya en ‘Siete años en el Tíbet’ (1997). Estos títulos le permitieron moverse con soltura entre géneros y estilos, afianzando su lugar en la cima de Hollywood.
La consolidación de su carrera vino acompañada de un nivel de exposición mediática difícil de gestionar. Convertido en un símbolo erótico global, cada uno de sus movimientos era seguido por la prensa sensacionalista con lupa. Sus relaciones sentimentales se convirtieron en asunto de dominio público, desde su noviazgo con Juliette Lewis, hasta su compromiso con Gwyneth Paltrow y su posterior matrimonio con Jennifer Aniston, uno de los rostros más conocidos de la televisión gracias a la serie ‘Friends’. La atención era constante, los fotógrafos lo perseguían y su vida privada parecía imposible de ser llevada con normalidad. Aunque mantenía una imagen pública impecable, en privado el actor intentaba esquivar la exposición refugiándose en un estilo de vida más discreto, a menudo recluido.
En septiembre de 2011, Pitt abordó esta etapa de su vida en una entrevista concedida a la revista ‘Parade’, en la que se mostró especialmente honesto sobre cómo la fama y el escrutinio habían afectado su bienestar personal. “Me pasé los 90 intentando esconderme, tratando de esquivar toda la cacofonía que hay alrededor de los famosos. Me desconcertaba un poco. Empecé a hartarme de mí mismo sentado en un sofá, fumando, escondiéndome. Empecé a sentirme patético. Me di cuenta de que me empeñaba en buscar una película sobre una vida interesante, pero no estaba viviendo una vida interesante. Creo que mi matrimonio (con la actriz Jennifer Aniston) tuvo algo que ver. Aparentábamos que el matrimonio era algo que no era”.